Como siempre suele ocurrir cuando el ingenio tiene que agudizarse ante la falta de oportunidades, Bioware encontró una auténtica mina de oro al serle denegada la licencia de Star Wars para su siguiente proyecto, una exclusiva para Microsoft y su inminente Xbox 360 allá por 2005. Ya le había pasado lo mismo a Nintendo, que perdió la licencia de Popeye cuando tenía un juego acabado allá por 1982 y aquello terminó derivando en el clásico Donkey Kong (donde el mono reemplazaba a Bruto, Mario a Popeye y la princesa a Olivia).
En realidad, Bioware hizo con Mass Effect algo que iba mucho más allá de Star Wars, o al menos de lo que Star Wars era capaz de hacer en videojuegos y que únicamente la propia Bioware había llevado al terreno de la verdadera excelencia con su Knights of the Old Republic para la primera Xbox. Sí, es verdad que hay gente con poderes, como los jedi, que aquí se llaman bióticos; es verdad que hay un conflicto que amenaza la galaxia entera, pero Bioware supo ir más allá de los clichés del universo de George Lucas, mucho más condicionantes y constreñidos de lo que muchos se creen, para beber de otras fuentes tan enriquecedoras como Star Trek, y convertir su nueva propiedad intelectual en uno de los fenómenos más interesantes de la séptima generación.
La trilogía de Mass Effect nos ponía en la piel del comandante Shepard, un espectro (algo así como un agente del FBI plenipotenciario) que debía recorrer toda la Vía Láctea en busca de alianzas con todo tipo de razas, a cual más original, interesante y bien desarrollada, para combatir la amenaza de los Segadores, una especie que cada 50.000 años aparecía para borrar prácticamente todo vestigio de vida inteligente y reiniciar el ciclo del progreso. La saga, que combinaba con bastante acierto elementos de rol, aventura y acción, nos permitía establecer relaciones personales, de amistad y amor, con varios de los personajes secundarios del juego, una galería de magníficos caracteres donde destacaban especialmente la fascinante Liara, el impagable Mordin o el fiel Garrus, entre decenas de grandes hallazgos.
Su narrativa, la calidad de sus diálogos y sus impactantes situaciones compensaron los numerosos fallos que también escondían estos juegos, especialmente un primer título de 2007 que no ha envejecido nada bien a nivel de mecánicas, tiempos de carga y conceptos como el manejo del inventario. Más dignas han sido sin duda las dos siguientes entregas, polémicas del final al margen, en todos estos y otros aspectos técnicos y jugables.
Lo que es indudable es que, tras el fracaso de la entrega de 2017 (Mass Effect Andromeda), que en vano intentó reiniciar la franquicia con nuevos personajes, Bioware se ha lanzado a dos proyectos en paralelo que han sido anunciados prácticamente a la par: una remasterización de la trilogía original que saldrá para PC, Xbox One y PS4 pero que será compatible también con la nueva generación, y una cuarta entrega que está ya en desarrollo con los equipos principales de la compañía dedicados a ello. Este último proyecto no tiene fecha de lanzamiento, pero la remasterización llegará en dos meses, el 14 de mayo de 2021.
De lo poco que se sabe de esta Legendary Edition, conocemos ya que el aspecto técnico ha sido muy pulido, aun a pesar de haber mantenido el motor gráfico de Unreal Engine 3 con el que fue diseñado originalmente el juego, y que a pesar de las mejoras muestras algunas costuras en comparación con títulos más contemporáneos (Andromeda entre ellos, de hecho). Aun así, podremos disfrutar de los tres juegos originales a 4K y a 60 FPS, toda una delicia para juegos que en la tasa de frames encontraban serios problemas en demasiados momentos clave. Se ha mejorado también, y de qué manera, los efectos de iluminación y cientos de texturas, lo que unido a la resolución hace difícil a veces reconocer ciertos escenarios, como Eden Prime.
Todos estos cambios son indudablemente bienvenidos, y a la gran cantidad de contenido se añaden los 40 DLC que fueron apareciendo a lo largo de los cinco años que la saga estuvo vigente, si bien muchos de ellos son packs de trajes, armas o similares. No obstante, poder disfrutar de otros con más historia, como La guarida del corredor sombrío o Citadel, de la segunda y tercera entrega, hará sin duda las delicias de coleccionistas como el que esto escribe.
El único "pero" que he podido encontrar en todo esto, al margen de la ausencia de un parche next-gen que mejorase aún más los tiempos de carga, por ejemplo, es la decisión de Bioware de eliminar el modo nultijugador online de la tercera parte. En aquel juego, jugar al modo online permitía reunir más recursos para la batalla final y determinaba el final que veíamos, algo que aquí se ha modificado para que dicha variable dependa únicamente de la campaña para un jugador. Es una lástima, porque el multijugador de Mass Effect 3 fue para mí el descubrimiento de este tipo de modos y me dio cientos de horas de puro entretenimiento, con una idea cooperativa que no es fácil de encontrar en el género. No obstante, no pierdo la esperanza de que se decidan a sacarlo, si esto funciona y vende bien, de manera separada a los juegos de la trilogía.
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