Primeras impresiones de Playstation 5




Gracias a mi buen amigo Álex, que lleva semanas dándole al F5 como un poseso para poder comprar una consola de nueva generación, pude hacerme al fin con una PS5, más de tres meses desde que saliera oficialmente al mercado. Algún día alguien tendrá que dar explicaciones, pero sinceras, sobre los motivos por los que las consolas de nueva generación han sufrido semejante colapso en su producción, distribución y ventas de cara al público en una campaña inicial de Navidad como no recuerdo haber vivido nunca en la historia del sector. Es sencillamente inexplicable, con los datos que tenemos a día de hoy, y que no pueden ampararse únicamente en la manida excusa del coronavirus.

Sea como fuere, y sin los temidos problemas de ruidos, cuelgues o bloqueos de juegos de los que tanto he oído hablar en las semanas posteriores al lanzamiento, mi PS5 lleva funcionando a pleno rendimiento desde su adquisición y sin problema alguno que reportar. Es enorme y fea, algo que ya sabía, pero el mando de control es una maravilla y, a fin de cuenta, está para lo que está, que es reproducir juegos de manera efectiva. En la recámara, esperando, estaban Spiderman: Miles Morales y Assassin's Creed Valhalla, ambos en sus ediciones especiales.

No creo que ninguno de los dos merezca un análisis especial, más que nada por su condición de expansión sin mucho más que añadir del Marvel's Spiderman de 2018, en el caso del primero, y por su condición de Assassin's Creed de manual del segundo, que repite punto por punto vicios y virtudes de la saga desde su giro de timón en 2017 con la entrega ambientada en Egipto, AC Origins. Desde el principio tuve claro que se trataba de dos aperitivos sin más pretensiones, por lo que cumplen dicho cometido con solvencia: el juego de Miles Morales se controla de escándalo y luce fenomenal, con un Ray Tracing de lo más resultón. En el caso de la aventura de Eivor, luce algo peor a nivel técnico (no permite 4K y 60 FPS simultáneos como Spiderman, sino opción de calidad o rendimiento, como en PS4 Pro) y no tiene un control tan depurado como el sidekick del hombre araña, pero aun así se deja jugar y ofrecerá cientos de horas de contenido, como era de esperar.



La sorpresa realmente agradable ha sido Astro's Playroom, que venía instalado de serie en la consola, y que, además de ser un magnífico homenaje al universo Playstation y sus numerosas sagas y clásicos, sin duda ofrece mucha más variedad que los anteriores en cuanto a lo que la consola puede dar de sí, y en especial un Dual Sense (el mando de control, para entendernos), que va mucho más allá de lo que podría imaginarse con un despliegue de medios en cuanto a vibración y sonidos internos, por no hablar de la resistencia de los gatillos. A poco que los desarrolladores sepan aprovechar estas posibilidades, es posible que tengamos más opciones de progresar en cuanto a experiencias de juego de lo que yo me pensaba.

Y es que, en realidad, me cuesta mucho ver a PS5 como la sucesora de PS4, sino más bien como una puesta al día técnica sin mucho más que ofrecer que esa potencia gráfica. Desde luego que no ayuda que el juego al que más horas he dedicado desde su compra ha sido el God of War de 2018: poder verlo a plena potencia, a unos gloriosos 4K y 60 FPS, hace que a uno se le caiga la baba cada vez que contempla cualquiera de sus magníficos paisajes y escenarios, sin olvidarnos de que a la hora de combatir o explorar es un juegazo como la copa de un pino. Creo que a pesar de su excelente acogida de crítica y público, no se habla lo suficiente de la importancia de este título en el catálogo de PS4, o de la cantidad de gente que, como es mi caso, estamos esperando como agua de mayo una secuela que promete ampliar el nivel de decibelios épicos de esta primera entrega, que ya es decir.



En cualquier caso, y después de haber completado de nuevo la aventura de Kratos y Atreus y de haber disfrutado como un enano, me di cuenta de que en realidad, el catálogo de PS5 es bastante exiguo a día de hoy, más allá de los títulos ya citados y alguna que otra excepción, como ese Demon's Souls Remake al que no pienso acercarme ni con un palo. Miro el catálogo de lanzamientos anunciados de aquí a junio, y más allá de ese Ratchet & Clank que tampoco es que me despierte pasión alguna, no hay sencillamente nada en el horizonte, lo que obliga a mirar la vista atrás, claro, a los títulos de PS4.

De todas las historias acerca de la retrocompatibilidad, sin duda la que más me interesa es aquella que permite que determinados juegos puedan verse a una mayor tasa de frames: pasar de 30 a 60 FPS es algo que les sienta de maravilla a juegos como Killzone Shadow Fall, Metal Gear Solid V, Rime, Call of Duty WWII y algún otro que anda por mi colección. Precisamente he estado jugando a Killzone Shadow Fall y, para tratarse de un juego de lanzamiento de PS4 (noviembre de 2013), aguanta bastante bien el tirón en lo técnico, teniendo en cuenta la subida a 60 FPS, evidentemente. Pero al margen de eso, plantea una campaña realmente variada, entretenida, espectacular y con muchas más opciones a la hora de resolver las misiones de lo que recordaba: sí recuerdo que me dejó un gran sabor de boca y lo alabé en su momento en su análisis, pero tenía una imagen algo menor y, sobre todo, no creo haber valorado como se merecía el hecho de que fuera título de salida de la consola.


Es una lástima que no haya ahora un juego similar al de Guerrilla, un showcase que sirva para demostrar de lo que es realmente capaz la consola y que tengamos que recurrir a juegos de la pasada generación para tratar de intuir lo que PS5 puede llegar a ofrecer. El problema de esto es, además, doble: por un lado, no cabe esperar que la media de juegos First Party de Sony nos vaya a deleitar cada vez que salga un juego con esos 4K y 60 FPS; más bien, como en el AC Valhalla, se nos dará la opción de elegir entre rendimiento y calidad, estoy convencido de ello, ya que los juegos que se están creando ahora mismo para esta consola han de ser por fuerza más exigentes a nivel técnico que los de la pasada generación (y sí, aquí hago referencia también a los tan cacareados tiempos de carga de Spiderman y compañía: quiero ver yo esa velocidad en un GTA VI, por ejemplo).

El otro problema es que, un poco al modo de Switch con sus ports de Wii U, no me parece bien que consideremos que God of War, Killzone Shadow Fall y tantos otros son "juegos" de PS5 por el hecho de recibir sus correspondientes parches o mejoras suplementarias. A mí me parece impresionante ver cómo tiran estos juegos, el propio Rime que antes citaba o el impagable The Last Guardian (al que hay que hacer una pequeña trampa para engañar a la consola, por cierto: no instalando los parches se desbloquean los 60FPS y las 4K), que dan verdadero gusto contemplar a 60 FPS y seguramente sea así como a sus creadores les hubiera gustado que disfrutáramos estos y tantos otros títulos, pero eso no quita que sean juegos de la pasada generación.

Y sí, sé que los primeros meses/años de una consola están cubiertos por largos espacios en blanco, mientras los equipos de desarrollo hacen sus pinitos con el sistema, y que en todo 2014 los mejores juegos de PS4 fueron nada menos que los remasters de The Last of Us y GTA V, pero creo sinceramente que Sony haría mal, como está haciendo Nintendo en la presente generación, en fiarlo todo a un catálogo de títulos de pasadas generaciones que, eso sí, nadie discute en cuanto a calidad o cantidad. Lo que hacen falta es que empiecen a llegar esas nuevas IP's, las secuelas prometidas de Horizon Zero Dawn, God of War, Gran Turismo y tantas otras sagas icónicas de la marca, y otras tantas sorpresas que hagan que el catálogo de PS5 tenga la fuerza propia que todos deseamos, y que todavía está por ver y demostrar.


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